Paella de arroz repetido por Salvador Arnau (Sin blog)

Apenas unas horas de publicar la entrada y ya tenemos la 1ª receta participante.Esta paella,por compararla con una receta mía y creo que coincido con Salvador es esta Paella de marisco que por cierto,la anécdota que cuento con mi hija de ese día me he hartao de reír al releerla.Así que no quiero entreteneros más,os dejo con la paella de Salvador,muy buen aspecto por cierto º_^ Tienes el nº1 Salvador para el “Concurso de recetas sexys”.

 

No siempre es fácil encontrar los ingredientes deseados para hacer una paella en una barbacoa de alquiler. Eran las 12 del mediodía y me encontraba en una pescadería de un centro comercial. Sólo quedaba una sepia sucia y me faltaban nueve números para que me tocara el turno. Justo dos números antes de poder alcanzar la última sepia con sabor, un chico joven se me adelantó y me quedé sin el ingrediente principal para preparar la paella. Así que, ni corto ni perezoso, me dirigí al pueblo más cercano en busca de un mercado, de los de toda la vida, en el que poder encontrarla. Cuando lo localicé, tras preguntar por aquí y por allá, entré apresuradamente y me fui directamente a los puestos de pescado. En uno de ellos mis ojos visualizaron un grupo de sepias sucias frescas pequeñas y pedí tanda enseguida. Quedaban exactamente cinco ejemplares y la señora que estaba delante de moi pidió dos unidades. Mis ojos oteaban las pescaderías colindantes por si volvía a fallar en el intento, pero esas eran las únicas sepias sucias disponibles en todo el mercado. Menos mal que el siguiente en pedir fui yo. Así pude volver con mi bolsita de pescado, con los dos ejemplares de sepia sucia, y colocarlas en la bandeja, junto a los tres dientes de ajo, el tomate y dos pimientos, uno rojo y el otro verde.

El motivo de seleccionar una sepia sucia para el arroz no fue otro que el del exquesito sabor desprendido en el sofrito de esa bolsita marrón que contiene este molusco cefalópodo tan exquesito.

 

Un puñado de chirlas, un puñado de mejillones y unas gambas arroceras no fueron tan complicadas de localizar.

En una olla con agua hirviendo, puse las dos sepias, mientras los mejillones y las chirlas iban cociéndose poco a poco en otra olla aparte. El espectáculo culinario empezaba a dar vida a la paella.

 

 

 

 

 

 

 

Preparé una sartén en otro de los fuegos, con los dos pimientos cortaditos, los ajos troceados y el tomate pequeño sin piel que empezaban a desprender un aroma muy agradable. En la parte final del sofrito, añadí las dos bolsas marrones de la sepia sucia y justo después un poco de pimentón.

 

 

 

 

Todo estaba a fuego lento, me fui a darle vida a la leña de la barbacoa y empezó la fiesta del arroz...

 

Un poco de azafrán y los ingredientes colocados de una forma más o menos armoniosa...

Y seguidamente, la sepia cortada al gusto, utilizando como líquido el agua de la misma sepia y el que sueltan los mejillones y las chirlas, filtrándolo todo para que no apareciesen impurezas...

La intensidad del fuego fue una de las cuestiones más relevantes para conseguir la textura deseada. Una vez empezó a hervir el agua, los tres primeros minutos fueron de una intensidad fuerte, retirando después algunos trozos pequeños de leña para que se ralentizara y siguiera cociendo el arroz durante aproximadamante unos diez minutos, volviendo a elevar la fuerza del fuego en los tres o cuatro minutos finales.

Vídeo 1

Vídeo 2

Y, como no, la presentación final... Salió una paella de rechupete, no quedo ni un solo grano de arroz en la paella.

Saludos y abrazos. Mimo